Hilda Núñez
Intensivo UCDM Agosto 2018
La Expiación es un maravilloso regalo del Espíritu Santo. Vamos a comenzar haciendo una pregunta: ¿Qué no podría curar la Expiación? ¿Habría alguien a quien su perdón no podría curar? ¿Habría una aparente fabricación de ilusión que el Perdón no pudiera curar? Y la respuesta es un NO rotundo. Por lo tanto, con la Expiación tenemos la solución en nuestras manos.
Como estudiantes de Un Curso de Milagros, todos somos, obradores de milagros, y ser un obrador de milagros es tener una única responsabilidad y es aceptar la Expiación para ti mismo y para todos. Desde esa conciencia, desde esa realidad, podemos avanzar tranquilos y seguros por este aparente mundo de ilusiones, comprendiendo y aceptando la Verdad. Expiar significa el deshacimiento de las ilusiones, y al deshacer las ilusiones tenemos como resultado la Verdad misma. Todas las ilusiones son producto de un único aparente error; si reconocemos que solo existe un único error, que es la creencia en la separación, en ese mismo instante ya tenemos la solución.
En ese instante en que aparentemente ocurrió ese único error, que fue cuando el Hijo de Dios creyó que podía hacer las cosas a su manera, ser feliz a su manera, ser el propio autor de su vida, en ese mismo instante, nuestro Padre, que todo lo sabe, que es infinitamente misericordioso, que nos ama y que nunca ha dejado de amarnos, en ese mismo instante nos dio la solución: el Espíritu Santo, la Expiación.

Por lo tanto, el único error es la aparente separación, y para ese único error hay una única solución, la Expiación. Deshacemos ese único error y se acaban todas nuestras aparentes dificultades. La Expiación es lo que va a acortar el tiempo, todos somos obradores de milagros y hablar de Expiación sin mencionar el milagro y sin mencionar el Perdón es imposible.
La Expiación es el inicio, es el comienzo, el milagro es el medio por el cual se obtienen todos los regalos de Dios, y la curación es el resultado de la Expiación. El resultado final como obradores de milagros es curarme y curarnos, y curar es ser feliz y hacer feliz, y la única manera de ser feliz es reconociendo la Verdad, reconociendo y aceptando que no soy un cuerpo, ya que es imposible que Dios haya creado algo que sea finito, que sea limitado y que esté delimitado por una forma, ya que lo que realmente somos es Espíritu, y el Espíritu es Pleno, es Ilimitado, es perfecto, es Santo, es Inocente…
Por lo tanto, curar es hacer feliz; hablar de curación y hablar de Expiación no son dos conceptos que se complementen, sino que curación y Expiación son exactamente lo mismo, el resultado de la Expiación es la curación, aceptar que soy Espíritu es para lo único que aparentemente estoy aquí. Ya sabemos que estamos en Dios porque no podríamos estar en ningún otro lugar, Dios es nuestro hogar. Podemos ver en el capítulo 2 “La Separación y la Expiación”, en el epígrafe IV “La curación y la liberación del miedo”, y en el párrafo 1, que Jesús nos dice:
"Vamos a hacer ahora hincapié en la curación. El milagro es el medio, la Expiación el principio y la curación el resultado".
La Expiación es el principio, en el sentido de que es el principio por el cual funciona el Perdón, ya que la Expiación es el deshacimiento de la ilusión, al llevar el error ante la Verdad, gracias al principio de la Expiación, el error va a quedar deshecho por la Luz de la Verdad. Por eso también en T-2.VI.7, Jesús, nos dice:
"El primer paso correctivo para deshacer el error es darse cuenta, antes que nada, de que todo conflicto es siempre una expresión de miedo. Dite a ti mismo que de alguna manera tienes que haber decidido no amar, ya que de otro modo el miedo no habría podido hacer presa en ti. A partir de ahí, todo el proceso correctivo se reduce a una serie de pasos pragmáticos dentro del proceso más amplio de aceptar que la Expiación es el remedio. Estos pasos pueden resumirse de la siguiente forma:
Reconoce en primer lugar que lo que estás experimentando es miedo.
El miedo procede de una falta de amor.
El único remedio para la falta de amor es el amor perfecto.
El amor perfecto es la Expiación".
El resultado de perdonar es el amor perfecto.
Gloria: Es importante precisar que perdonar es curar. El obrador de milagros, si acepta la Expiación, si reconoce la palabra de Dios y la acepta para sí mismo, no hay duda que no va a aceptar la enfermedad, va a tener la completa certeza de que la enfermedad no existe, esto desde el punto de vista de la curación, y si la enfermedad no existe para él, inmediatamente por la única ley que nos gobierna: La Ley de Dios, tampoco va a aceptar que la enfermedad exista para otros.
Hilda: En el capítulo 2 del Texto “La Separación y la Expiación”, en el punto VII “Causa y efecto”, párrafo 5, Jesús nos dice:
"La nada y el todo no pueden coexistir".
Sabemos que Dios es todo, por eso esto es un Curso de no dualidad, y aquello que todo lo abarca no puede tener opuestos.
"Creer en uno es negar el otro".
Nosotros lo que creímos haber hecho fue creer que podíamos negar a Dios, y entonces le dimos cabida a la falta de amor, a la falta de Dios, al miedo.
"El miedo no es nada realmente y el amor lo es todo. Siempre que la luz irrumpe en la oscuridad, la oscuridad desaparece".
Y eso es la Expiación, la Luz irrumpiendo en la oscuridad.
"Lo que tú crees, es cierto para ti".
Y ahí es donde en un primer momento nosotros tenemos que reconocer que hemos tenido un problema, porque para querer cambiar de mentalidad hay que reconocer que la mentalidad que yo me había inventado no me va a producir ningún buen resultado, de hecho ya lo hemos probado y no funciona.
"En este sentido la separación ha ocurrido, y negarlo sería utilizar incorrectamente la negación".
Porque ha sido cierta para mí, he creído estar en este mundo. En un primer momento siempre tenemos que reconocer que hemos tenido un problema porque hemos tenido miedo, hemos perdido nuestra identidad, nos hemos creído separados de Dios, hemos creído poder ser nuestro propio autor.
"El procedimiento correctivo inicial consiste en reconocer temporalmente que hay un problema".
Y eso es la humildad, me he equivocado, tengo un problema porque no me estoy sintiendo bien, porque estoy creyendo que puedo ser mi propio autor, que puedo prescindir de Dios, y ahora reconozco que eso no es posible. Cuestiono lo que parece haber ocurrido, cuestiono la realidad de este mundo y su utilidad, no quiero más la ilusión. Y ahí Jesús nos dice:
"El procedimiento correctivo inicial consiste en reconocer temporalmente que hay un problema, mas sólo como señal de que tiene que ser corregido de inmediato. Esto da lugar a un estado mental en el que la Expiación puede ser aceptada sin demora".
Cuando estoy dispuesto a reconocer que solo Dios es real, la Luz va a llenar mi mente de la Verdad, y entonces lo que nunca ocurrió no habrá ocurrido realmente en mi experiencia, la creencia increíble nunca habrá existido, se habrá subsanado la separación y tendré una percepción sana. Mi mente habrá sanado, me habré curado.
Gloria: Para el Curso de Milagros es lo mismo hablar de Expiación que de Percepción Verdadera, de Salvación, del Plan de la Expiación y del Plan del Espíritu Santo, así como de los conceptos deshacimiento, Perdón y Milagros. La Expiación ocurre en el Instante Santo, y solamente tenemos que aceptarla, acogerla y reconocerla. En el mundo de las formas no tenemos que hacer absolutamente nada sino aceptar la Expiación.
Hilda: Eso no quiere decir que no se nos vaya a llevar a actuar en el mundo de la forma, lo que Gloria dice es que no tenemos que hacer nada por nuestra cuenta, o sea desde el ego, desde esa imagen ilusoria fabricada. Nosotros abandonamos nuestros intereses personales, el creer que podamos actuar en el mundo de la forma para ser felices, abandonamos la magia y aceptamos el Plan de Dios para nuestra salvación, la Expiación, y ahí todos tenemos una función especial, ya que lo que hacemos es transformar nuestro deseo de ser especial en nuestra función especial, que es estar obrando milagros continuamente y que es lo mismo que decir a dar amor. Se nos va a llevar como un canal de paz, una fuente de luz para cualquier situación a donde lleguemos.
El efecto de aceptar la Expiación para nosotros mismos es tener un papel significativo en este mundo. De hecho, todo lo que estamos haciendo con el estudio intensivo, con viajar por el mundo llevando la Palabra de Dios es porque vemos que lo único útil es ponernos en manos del Espíritu Santo, y el Espíritu Santo nos dice “necesito maestros dedicados ¿quiénes están dispuestos?”
Gloria: Todo nos lleva al mismo punto: al reconocimiento de que no soy un cuerpo, y con ese reconocimiento viene el reconocimiento de que somos el Hijo de Dios y que el Hijo de Dios es Inocente.
En el siguiente gráfico se ha tratado de expresar lo que significa la Expiación, el círculo de la Expiación del que nos habla Jesús en el Curso. La gráfica significa que la Expiación la tenemos que hacer en cada instante con nuestro hermano, ya que es con nuestro hermano como nosotros reconocemos que nos hemos curado, ya que no existe un ser fuera de mí mismo, es el mismo ser. Cuando aceptamos la Expiación somos el Ser.

En la Expiación empezamos a percibir de manera sana, a percibir verdaderamente, y eso significa que cuando miramos a nuestro hermano ya no vemos un cuerpo, sino que vemos los rayos refulgentes de luz, y para llegar ahí hace falta un entrenamiento que hay que hacer permanentemente. La Visión de Cristo es poder comprender que es en mi mente donde se encuentran todas las ideas que tengo que sanar y deshacer para no ver ataque afuera, sino ver solamente peticiones de amor, no ver fuera tampoco la aparente enfermedad. Además, si aceptamos que la Expiación es la solución a todos los errores, pues ya el cuerpo no puede enfermar. En el Manual para el Maestro, Jesús nos dice que si aceptamos la Expiación, nuestro cuerpo no podrá enfermar nunca, porque el cuerpo es el resultado de lo que nuestra mente quiera proyectar fuera.
Cuando el Hijo de Dios se creyó la loca idea de que podría hacer las cosas a su manera y que aparentemente se había separado del Padre, surgió toda la proyección en este mundo, que es una completa ilusión. Así que se nos dio el remedio, y Dios lo puso en el mismo lugar donde había surgido el problema: en la mente. Mientras estábamos en la proyección, lo que percibíamos era culpabilidad, relaciones especiales, miedo, fantasías, grandiosidad, pequeñez, nos enfrascábamos en el pasado y en el futuro por la idea del tiempo. Todas son ilusiones. Y por ilusiones se entiende todo aquello que tenga fecha de caducidad, que vaya a desaparecer o a cambiar.
El pecado, como piedra angular del sistema de pensamiento del ego, tiene su origen en la separación, ya que esta dio origen al miedo, y a partir de ese miedo, proyectamos afuera toda la culpabilidad que sentimos y como consecuencia de ello el castigo.
Al aceptar la Expiación, todo lo de fuera deja de existir, y solo queda lo de dentro del círculo, y aquí el Hijo de Dios reconoce su grandeza, reconoce lo que Es, reconoce que es Dios mismo, Dios Hijo. Fuera del círculo de la Expiación lo que hay es dualidad, todo lo que parece que acontece es dual, es separación, y en el interior del círculo, cuando hay aceptación, lo que somos es Unidad, somos la Paz de Dios, somos el mismo Ser.

Hilda: Lo que está explicando Gloria se encuentra en el capítulo 14 “Las Enseñanzas en Favor de la Verdad”, en el punto V “El círculo de la Expiación”.
V. El círculo de la Expiación
1. La única parte de tu mente que es real es la parte que aún te vincula con Dios. ¿Te gustaría que toda ella fuese transformada en un radiante mensaje del Amor de Dios para ser compartido con todos los que se sienten solos por haber negado a Dios? Dios hace que esto sea posible. ¿Cómo ibas a negarle Su anhelo de que se le conozca? Tú anhelas estar con Él, tal como Él anhela estar contigo. Esto es eternamente inalterable. Acepta, pues, lo inmutable. Deja el mundo de la muerte atrás, y regresa al Cielo en paz. Aquí no hay nada que tenga valor; todo lo que tiene valor se encuentra en el Cielo. Escucha al Espíritu Santo, y a Dios a través de Él. Él te habla de ti. No hay culpabilidad en ti, pues Dios se encuentra bendecido en Su Hijo, tal como el Hijo se encuentra bendecido en el Padre.
Todo el mundo tiene un papel especial en la Expiación, pero el mensaje que se le da a cada uno de ellos es siempre el mismo: El Hijo de Dios es inocente. Cada uno enseña este mensaje de modo diferente, y lo aprende de modo diferente. Pero hasta que no lo enseñe y lo aprenda, tendrá la vaga conciencia de que no está llevando a cabo su verdadera función, y no podrá por menos que sufrir por ello. La carga de la culpabilidad es pesada, pero Dios no quiere que sigas atado a ella. Su plan para tu despertar es tan perfecto como el tuyo es falible Tú no sabes lo que haces, pero Aquel que sabe está contigo. Tuya es Su dulzura, y todo el amor que compartes con Dios Él lo ha salvaguardado para ti. Él sólo quiere enseñarte a ser feliz.
¡Bendito Hijo de un Padre que bendice sin reservas, el júbilo fue creado para ti! ¿Quién puede condenar a quien Dios ha bendecido? No hay nada en la Mente de Dios que no comparta Su radiante inocencia. La creación es la extensión natural de la perfecta pureza. Tu única misión aquí es dedicarte plenamente, y de buena voluntad, a la negación de todas las manifestaciones de la culpabilidad. Acusar es no entender. Los felices aprendices de la Expiación se convierten en los maestros de la inocencia, la cual es el derecho de todo lo que Dios creó. No les niegues lo que les corresponde, pues no se lo estarías negando sólo a ellos.
El Hijo de Dios tiene derecho a heredar el Reino, el cual se le dio en su creación. No trates de robárselo, pues estarás buscándote culpabilidad y no podrás sino experimentarla. Protege su pureza contra cada pensamiento que quisiera robársela y ocultarla de sus ojos. Lleva la inocencia a la luz, en respuesta a la llamada de la Expiación. Nunca permitas que la pureza permanezca oculta, sino que, por el contrario, descorre con tu luz los pesados velos de culpabilidad tras los cuales el Hijo de Dios se ha ocultado a sí mismo de sus propios ojos.
Aquí todos estamos unidos en la Expiación, y no hay nada más en este mundo que pueda unirnos. Así es como desaparecerá el mundo de la separación, y como se restablecerá la plena comunicación entre Padre e Hijo. El milagro reconoce la inocencia que tiene que haberse negado para que se haya producido la necesidad de curación. No niegues este jubiloso reconocimiento, pues toda esperanza de felicidad y de liberación de cualquier tipo de sufrimiento reside en él. ¿Hay alguien que no desee liberarse del dolor? Tal vez no haya aprendido todavía cómo intercambiar- la culpabilidad por la inocencia, ni se haya dado cuenta de que sólo mediante este intercambio se puede liberar del dolor. Aun así, aquellos que no han aprendido necesitan que se les enseñe, no que se les ataque. Atacar a los que necesitan que se les enseñe es perder la oportunidad de poder aprender de ellos.
Los maestros de la inocencia, cada uno a su manera, se han unido para desempeñar el papel que les corresponde en el programa de estudios unificado de la Expiación. Aparte de este programa, no hay nada más que tenga un objetivo de enseñanza unificado. En este programa de estudios no hay conflictos, pues sólo tiene un objetivo, no importa cómo se enseñe. Todo esfuerzo que se haga en su favor se le ofrece a la eterna gloria de Dios y de Su creación con el solo propósito de liberar de la culpabilidad. Y cada enseñanza que apunte en esa dirección apunta directamente al Cielo y a la paz de Dios. No hay dolor, pruebas o miedo que esta enseñanza no pueda vencer. El poder de Dios Mismo la apoya y garantiza sus resultados ilimitados.
Une tus esfuerzos al poder que no puede fracasar y sólo puede conducir a la paz. No hay nadie a quien una enseñanza como ésta no le conmueva. No te sentirás excluido del poder de Dios si te dedicas a enseñar sólo esto. No estarás exento de los efectos de esta santísima lección, que sólo se propone restablecer lo que constituye el derecho de la creación de Dios. Todo aquel a quien liberes de la culpabilidad te mostrará tu inocencia. El círculo de la Expiación es infinito. Y con cada hermano que incluyas dentro de los confines de seguridad y perfecta paz de dicho círculo, tu confianza de que estás incluido y a salvo dentro del mismo aumentará.
¡Que la paz sea, pues, con todos los que se convierten en maestros de paz! Pues la paz es el reconocimiento de la pureza perfecta, de la que nadie está excluido. Dentro de su santo círculo se encuentran todos los que Dios creó como Su Hijo. El júbilo es su atributo unificador, y no deja a nadie afuera solo, sufriendo el dolor de la culpabilidad. El poder de Dios atrae a todos hacia la seguridad que ofrece su regazo de amor y unión. Ocupa quedamente tu puesto dentro del círculo, y atrae a todas las mentes torturadas para que se unan a ti en la seguridad de su paz y de su santidad. Mora a mi lado dentro de él, como maestro de la Expiación y no de la culpabilidad.
Bendito seas tú que enseñas esto conmigo. Nuestro poder no emana de nosotros, sino de nuestro Padre. En nuestra inocencia lo conocemos a Él, tal como Él sabe que somos inocentes. Yo estoy dentro del círculo, llamándote a que vengas a la paz. Enseña paz conmigo, y álzate conmigo en tierra santa. Recuerda, por todos, el poder que tu Padre les ha otorgado. No pienses que no puedes enseñar Su perfecta paz. No permanezcas afuera, sino únete a mí adentro. No dejes de cumplir el único propósito al que mi enseñanza te exhorta. Devuélvele a Dios Su Hijo tal como Él lo creó, enseñándole que es inocente.
La crucifixión no jugó ningún papel en la Expiación. Sólo la resurrección lo hizo y esa fue mi contribución. La resurrección es el símbolo de la liberación de la culpabilidad por medio de la inocencia. Tú crucificarías a todo aquel a quien percibes como culpable. Mas le devuelves la inocencia a todo aquel a quien consideras inocente. 6La crucifixión es siempre la meta del ego, que considera a todo el mundo culpable, y mediante su condenación procura matar. El Espíritu Santo sólo ve inocencia, y mediante Su dulzura Él desea liberarte del miedo y re-establecer el reino del amor. El poder del amor reside en Su dulzura, que es de Dios y, por lo tanto, no puede crucificar ni ser crucificada. El templo que restauras se convierte en tu altar, pues fue reconstruido a través de ti. Todo lo que le das a Dios es tuyo. Así es como Él crea, y así es como tú debes restaurar.
A todo aquel que ves, o bien lo ubicas dentro del santo círculo de la Expiación o bien lo dejas afuera, juzgándolo como que merece ser crucificado o redimido. Si lo incluyes dentro del círculo de pureza, descansarás allí con él. Si lo excluyes, te quedas afuera con él. No juzgues, excepto desde una quietud que no emana de ti. Niégate a aceptar que alguien pueda estar exento de la bendición de la Expiación y condúcelo a ésta bendiciéndolo. La santidad tiene que ser compartida, pues en ello radica todo lo que la hace santa. Ven gustosamente al santo círculo y-contempla en paz a todos los que creen estar excluidos. No excluyas a nadie del círculo porque en él se encuentra lo que tu hermano y tú estáis buscando. Ven, unámonos a él en el santo lugar de paz en el que nos corresponde estar a todos, unidos cual uno solo dentro de la Causa de la paz.
Pregunta: ¿Podrían aclararme el tema de la enfermedad? Rosa María Wynn, la persona que tradujo el Curso, tenía este tema claro y aún así enfermó.
Respuesta de Hilda: Se va a hacer un monográfico sobre la enfermedad, que a grandes rasgos es mental. La mente que ha sanado no puede manifestar ningún tipo de enfermedad en ningún nivel, porque una mente que sana en el único novel donde está el origen de la enfermedad, que es en la mente, ya no confunde los niveles y no lo traspasa al cuerpo. Eso no quiere decir que no se pueda perdonar, por supuesto que sí, de eso se trata. Si alguien manifiesta una ilusión de enfermedad es que ha confundido los niveles, ha creído que le servía de algo traspasar el conflicto mental, la creencia en el ataque, al cuerpo. Lo que supone la confusión de niveles se puede ver muy claramente explicado en el capítulo 2, en el punto IV “La curación y la liberación del miedo”, y en el párrafo 2.
Un paso importante en el plan de la Expiación es deshacer el error en todos los niveles. La enfermedad o "mentalidad no recta" es el resultado de una confusión de niveles, pues siempre com-porta la creencia de que lo que está mal en un nivel puede afectar adversamente a otro.
Básicamente está el nivel real, que es el nivel mental, y el mundo de la percepción. Nosotros creemos que es tan real el nivel mental como el mundo de la percepción, lo cual incluye al cuerpo, y usamos la confusión de niveles como un “cajón de sastre” y decimos que vamos a echar el conflicto que tenemos en la mente al cuerpo, para que ahora parezca que es el cuerpo el que ha tomado la decisión de enfermar, y esa es la percepción invertida, en la que la causa pasa a estar en el mundo del efecto, y la mente, que es la causa verdadera, pasa a ser el efecto de lo que la materia, el mundo físico, decide hacer. El cuerpo ha decidido enfermar por su cuenta y yo, pobrecito de mí, que soy la mente sufro la decisión del cuerpo; y entonces iré al mundo físico, el mundo del efecto, a actuar ahí para que cambie mi estado mental.
Entonces, que un maestro haya decidido enfermar, confundir los niveles para subsanar el conflicto, lo cual Jesús dice que es una mala asunción de problemas, y usa ese término en el punto 5 del Manual para el Maestro “Cómo se logra la curación”, donde nos dice que la enfermedad es una mala solución de problemas, y que lo único que habría que reconocer siempre es cuál es el propósito de la enfermedad. Cuando yo reconozco que la enfermedad es una decisión y que lo que estoy haciendo es defenderme de la Verdad, entonces puedo decidir hacer las cosas de otra manera. Jesús en el punto II “Un cambio de percepción”, párrafo 1, nos dice: "Si la enfermedad no es más que un enfoque defectuoso de solventar problemas, tiene que ser entonces una decisión. Y si es una decisión, es la mente, y no el cuerpo, la que la toma".
Ya no se van a poder aplicar términos tales como instintos, reflejos, genética, no es la materia la que decide enfermar, soy yo, la mente, la que decide atribuirle al mundo físico unas propiedades que no tiene. Pero como es una decisión, puedo tomar otra diferente; todo se sana de la misma manera, todo se puede perdonar, y maestros como Rosa María Wynn, Kenneth Wapnick, Ramana Maharsi, todos los que pareciera que han decidido enfermar en un momento dado, también pudieron decidir perdonar y ver las cosas de otra manera. Y eso lo hacemos instante a instante.
Carlos: Hay que recordar que el hecho de que el Hijo de Dios o una parte de la Filiación tome la decisión de enfermar, no invalida en modo alguno la verdad del camino hacia Jesús ni todas las herramientas que nos muestra la Expiación.
Hilda: No deja marca, pero sí que hay que solventar el error, ya que el hecho de enfermar, al ser una decisión, esa decisión va a seguir en vigor hasta que quiera dejar de mantenerla vigente y firme; siempre que yo diga que estoy enfermo es porque he decidido defenderme contra la Verdad que es mi perfecta Invulnerabilidad. Por eso Jesús nos dice que es una decisión que tomamos, y la tomamos con tal rapidez que son como varitas mágicas, decidimos enfermar, luego decidimos olvidar que lo hemos decidido y luego decidimos olvidar que lo hemos olvidado, y eso va a permanecer doblemente sellado en el olvido hasta que decidamos mirar al error y nos demos cuenta de que hemos sido nosotros los que han tomado esa decisión, que es errónea; y entonces decidimos llevarlo ante la Expiación, y ahí tenemos la solución.
En cuanto llevamos el error ante la Luz de la Expiación, el error queda disuelto. Dice Jesús que la Expiación actúa como un catalizador, que el Amor es la Expiación, el recuerdo de la Verdad es lo que sana.
Pregunta (continuación): ¿Se puede estar enfermo y no identificarse con el cuerpo?
Respuesta de Hilda: No. La enfermedad es una elección, si yo decido enfermar, me he equivocado. Esto tiene que quedar muy claro, la enfermedad es una solución de problemas inadecuada, no nos es útil para nada. De hecho, Jesús nos exhorta a no enfermar, la enfermedad, en un primer momento, siempre está en la mente, y luego podemos tomar la decisión de que se manifieste en el cuerpo de una forma más o menos palpable y observable; cuando nos referimos a las enfermedades en este mundo, decimos que están más somatizadas o más en la mente, ya que cuando hablamos de trastorno mental, creemos que tiene un sustrato fisiológico, que hay una desregulación a nivel neuronal, si yo estoy muy triste, eso se convierte en una depresión, y si me dura mucho en una depresión más profunda, y si de repente me da un brote de euforia ya se trata de un brote bipolar, y buscamos el sustrato fisiológico, porque cuando creemos que la enfermedad es real, cuando la usamos como una mala solución de problemas, es porque creemos en lo físico, creemos ser un cuerpo. Por eso siempre, cualquier tipo de enfermedad, ya sea más física o más mental, va a estar en relación con que creo que soy un cuerpo, y en cuanto yo lo perdono lo que ocurre es que se elimina la confusión de niveles, reconozco que todo se está produciendo a nivel mental; el milagro le devuelve a la mente su llenura porque he aceptado la Expiación, la sanación, para mí mismo y entonces reconozco que la enfermedad es una ilusión y que nunca ha existido, que me la he inventado yo, y que al no tener causa, al no venir de Dios, no existe. Y se sana llevando esa ilusión ante la Luz de la Verdad, tal como me la haya creído. Por eso recurrimos a la lección 14 “Dios no creó un mundo sin significado” para ver lo fácil que se subsana:
Entre los temas adecuados para la aplicación de la idea de hoy se puede incluir, asimismo, todo aquello que temas te pueda ocurrir a ti, o a cualquier persona por la que estés preocupado. Nombra en cada caso el "desastre" en cuestión muy concretamente. 3No uses términos abstractos. 4Por ejemplo, no digas: "Dios no creó las enfermedades”, sino "Dios no creó el cáncer'; o los ataques cardíacos, o lo que sea que te cause temor.
Eso que estás contemplando es tu repertorio personal de horrores. Esas cosas son parte del mundo que ves. Algunas de ellas son ilusiones que compartes con los demás, y otras son parte de tu infierno personal. Eso no importa. Lo que Dios no creó sólo puede estar en tu propia mente, separada de la Suya. Por lo tanto, no tiene significado. 7En reconocimiento de este hecho, concluye las sesiones de práctica repitiendo la idea de hoy:
Dios no creó un mundo sin significado.
Negar el error es el uso adecuado de la negación, porque negar el error supone la aceptación de la Verdad, y eso es la Expiación. La Expiación siempre va a ser mirar el error, mi creencia en la enfermedad que creo que padezco, y reconocer que Dios no la ha creado y que, por lo tanto, no son reales. La voy a llevar ante la Luz de la Verdad, y la Verdad es que yo soy Espíritu inmortal, y el Espíritu no puede enfermar porque esa creencia no viene de Dios; ahí queda deshecha la creencia en la enfermedad y lo que tengo es la perfecta invulnerabilidad, y una imagen de mí mismo que, mientras esté en este mundo, me va a dar el Espíritu Santo, y que mientras esté aquí va a ser de perfecto estado de salud.
Pregunta: ¿Cómo podemos saber que estamos realizando la Expiación? ¿Cómo se siente?

Respuesta de Hilda: Se siente uno en paz, dichoso, gozoso, pleno, en estado de gracia. ¿Cuál es el error mental? El creerme separado, por eso Jesús nos va a hablar continuamente de la paz de Dios, de la dicha, de la estabilidad del Reino de los Cielos. Si soy el Reino de los Cielos no tengo nada que temer, el amor perfecto expulsa el miedo, si hay miedo, por mínimo que sea, cualquier disgusto perturba nuestra paz mental por igual, por lo tanto, a la más mínima punzada de dolor, de cólera nos dice Jesús, hay que pararse a perdonar porque todo sufrimiento es señal de que hay una falta de Perdón.
Gloria: Enel Texto, capítulo 4 “La ilusiones del ego”, en el epígrafe III “Amor sin Conflicto”, y en el párrafo 1, Jesús dice:
"Es difícil entender lo que realmente quiere decir "El Reino de los Cielos está dentro de ti". Ello se debe a que no es comprensible para el ego, que lo interpreta como si algo que está afuera estuviese adentro; lo cual no tiene sentido. La palabra "adentro" es innecesaria. Tú eres el Reino de los Cielos. ¿Qué otra cosa sino a ti creó el Creador?, y ¿qué otra cosa sino tú es Su Reino? Éste es el mensaje de la Expiación, mensaje que, en su totalidad, transciende la suma de sus partes. Tú también tienes un Reino que tu espíritu creó. Este no ha dejado de crear como consecuencia de las ilusiones del ego. Tus creaciones no son huérfanas, de la misma manera en que tú tampoco lo eres. Tu ego y tu espíritu nunca serán cocreadores, pero tu espíritu y tu Creador lo serán siempre. Ten por seguro que tus creaciones están tan a salvo como tú.
El Reino está perfectamente unido y perfectamente protegido, y el ego no prevalecerá contra él. Amén".
Es una promesa, aceptar la Expiación es aceptar la Voz de Dios, el Reino de Dios está seguro, todas las aparentes fabricaciones que la mente del Hijo de Dios que se creyó separada fabricó no pueden ser reales, es imposible, no pudo suceder porque estaban protegidas por el mismo Reino, por nuestro Padre.
La Expiación fue iniciada y terminada por nuestro hermano mayor Jesús, que soy yo mismo, que somos todos. Esto se puede ver en el capítulo 4 “Las Ilusiones del Ego”, en el epígrafe VI “Las recompensas de Dios” y en el párrafo 6:
De momento, la confianza que yo tengo en ti es mayor que la que tú tienes en mí, pero no siempre será así. Tu misión es muy simple. Se te pide que vivas de tal forma que demuestre que no eres un ego, y yo no me equivoco al elegir los canales de Dios. El Santísimo comparte mi confianza, y acepta mis decisiones con respecto a la Expiación porque mi voluntad nunca está en desacuerdo con la Suya. Dije anteriormente que yo estoy a cargo de la Expiación. Esto es así debido únicamente a que completé mi papel en ella como hombre, y ahora puedo completarla a través de otros. Los canales que he elegido no pueden fallar porque les prestaré mi fortaleza mientras la suya sea insuficiente.
Hilda: Donde Jesús empieza a hablar de que Él fue el que emprendió la Expiación al darle comienzo, está en el capítulo 1, en el punto III “La Expiación y los Milagros” y en el párrafo 1: "Yo estoy a cargo del proceso de Expiación, que emprendí para darle comienzo".
Sería muy útil comprender que aquí hay dos tiempos que se están dando a la vez. La Expiación ya se ha completado en cuanto que el tiempo no existe y no es lineal, pero en el tiempo, la Expiación ha sido iniciada y cada uno de nosotros estamos llevando a cabo nuestro papel en el Plan de Dios para la Expiación. O sea que hay una Expiación instante a instante, se está deshaciendo la creencia en la separación, y eso a la vez está conformando la Expiación general que ya se ha terminado, porque el alfa (α) y el omega (Ω) son el mismo punto donde ya todos nos hemos reído de esa loca idea, pero a la vez ahora estamos en el tiempo tomando esa decisión, y con eso estamos contribuyendo a que se acorte el tiempo. Podríamos decir que estamos desandando el camino, por eso también podemos decir que avanzamos a medida que retrocedemos sobre nuestros pasos de haber querido ir hacia afuera para hacer las cosas por nuestra cuenta.
Gloria: Comprendemos que el milagro es el medio a través del cual se lleva a cabo la Expiación, ya que a través de los milagros es como colapsamos el tiempo.
Hilda: Y la curación es el resultado de haber aceptado la Expiación.
Gloria: En ese mismo capítulo 4 “Las Ilusiones del Ego”, en el epígrafe VI “Las recompensas de Dios”, en el párrafo 6 y en la frase 3, dice: "Se te pide que vivas de tal forma que demuestre que no eres un ego, y yo no me equivoco al elegir los canales de Dios".
No ser un ego significa que somos Espíritu, cuando a cada instante nos reconocemos en el Espíritu que somos, se acaban todas las ilusiones. Jesús nos pide únicamente que vivamos como lo que realmente somos, Espíritu, no como un ego.

Aceptar la Expiación es remplazar cada uno de los conceptos de la columna izquierda (en rojo) que representan nuestro deseo de ser especiales, por los de la columna derecha (en azul) que representan los atributos del mundo real, del mundo perdonado. Esto se realiza por medio de la Expiación, que es nuestra función especial “Aceptaré el papel que Dios me ha encomendado, mi papel en el Plan de Dios para la Salvación es esencial”. Salvación y Expiación es lo mismo, es comprender que el pecado nunca fue posible, y el único pecado que aparentemente existe es el de que pareciera que nos creímos separados. Mediante la Expiación el pecado queda subsanado y comprendemos que lo que creíamos que era un pecado, simplemente es un error.

Hilda: El pecado es la creencia de que la separación fue un hecho, esa ha sido nuestra locura. Siempre se trata de un solo error, por eso la Expiación en general ya ha concluido porque ese único error, esa única creencia falsa se subsanó en el mismo momento en que se produjo. El Espíritu Santo se nos dio en ese preciso momento en que el Hijo creyó poder arrancarle una parte de la mente a la Totalidad para crear falsamente por su cuenta; pero en el sueño ya entramos con la mente recta, que es el Espíritu Santo, a nuestra disposición, que es la solución, el recuerdo de la Verdad, de que no hemos hecho nada.
De lo que sería el deseo de ser especial, porque hay que recordar que vinimos aquí para querer hacer las cosas a nuestra manera y que creemos que lo hemos hecho, porque la locura es decirle a Dios que de verdad lo hemos hecho, sin embargo, no hemos hecho nada, no ha pasado, no estamos aquí. Por eso hemos empezado este estudio diciendo que donde estamos siempre es en el Conocimiento, en el Reino de los Cielos que es donde nos hallamos, y eso no va a cambiar por mucho que nos digamos que estamos aquí en este mundo, que somos un cuerpo, que somos débiles y frágiles, o que como creímos que el ataque había sido efectivo lo vamos a poder seguir utilizando para hacer que otros cuerpos estén con nosotros y conseguir manipularlos para parecer que somos más fuertes, porque en el fondo nos creemos que somos carentes, frágiles y débiles.
Pues nada de eso pudo tener lugar, nunca ha habido un pecado y todo esto lo hemos validado a base de juicios, porque nos hemos inventado la capacidad de percibir diferencias, la creencia de que podemos enjuiciar qué es lo que nos puede interesar. El deseo de ser especial es la creencia de que puedo amar de forma diferente a como Dios ama, en vez de amar totalmente, amar de forma parcial, sesgada, y entonces tengo que poder elegir, y nunca elijo solo los aspectos positivos porque como yo lo que me he inventado son los opuestos, la ausencia de…, tengo un mundo perceptivo que es falso, que no existe. Pero, gracias a Dios, al llevar todo ante la Luz de la Expiación el pecado queda des-hecho, porque como nos dice el punto 1 de la segunda parte del Libro de Ejercicios, el Perdón no perdona pecados, no podemos hacer real el error y pretender perdonarlo, la primera parte del Perdón siempre conlleva el que reconozca que solo es un error de interpretación, que me estoy equivocando en mi manera de percibir, y por eso tengo el Milagro que es lo que subsana el error, que es la percepción sana, donde nos vamos a estar diciendo continuamente los unos a los otros que somos inocentes.
Gloria: El juicio queda subsanado por el Milagro. En el deseo de ser especial nos creemos un cuerpo y también creemos que nuestros hermanos son un cuerpo. Al yo ver cuerpos, emito juicios, por lo tanto, la única manera de no emitir juicios es no ver cuerpos; cuando vemos a nuestro hermano en su verdadera naturaleza, en su verdadera identidad, como Dios lo creó, no es posible hacer juicios sobre lo que es completo y eterno, pero eso solamente lo podemos hacer a través del Milagro, como obradores de Milagros.
Pero el ego todavía está ahí, tratando de hacer realidad lo que no es real, y entonces hace que creamos lo que no somos y hace que sigamos emitiendo juicios. Si vemos que nos hemos salido de nuestra paz es porque hemos emitido un juicio, si eso llega a suceder, simplemente nos paramos, reconocemos que nos hemos equivocado, oramos, aceptamos el Milagro y sanamos. La Expiación, la función especial, es que tenemos esa herramienta maravillosa, somos Obradores de Milagros porque ya aceptamos la Expiación para nosotros mismos.
De la creencia de que hemos pecado viene la culpa y esa culpa es la que desencadena todo lo que fabricamos y proyectamos en los niveles diferentes al nivel de la mente, que es ver en mi hermano la enfermedad y el resto de ilusiones, o fabricarlas aparentemente en mí, como el resultado de sentirme culpable, de sentirme separado. Pero no tiene por qué ser así, porque si yo reconozco que soy Santo e inocente, que no he podido cometer pecado, que soy perfecto y que mi verdadero estado es en Dios, la culpa desaparece, no existe, desde la Expiación no hay nada que hacer.
Está también el tiempo lineal, el instante profano, donde pasado, presente y futuro parecen ser reales y en donde aparentemente vivimos en un espacio de tiempo lineal. Esto se trasciende gracias a la Expiación y simplemente vivimos en la perfecta eternidad, en el Instante Santo, en el Ahora, instante a instante. Y esto lo vivimos cada vez que perdonamos, por eso perdonar, Expiar, obrar Milagros, en última instancia son lo mismo, porque gracias a ellos regresamos a la Eternidad, al lugar en donde realmente estamos.
Lo que sigue es maravilloso, las relaciones especiales que he fabricado desde mi estado de ser especial, se transforman ahora, gracias a la Expiación, en Relaciones Santas, y son santas porque se las he entregado al Maestro del Amor, el Espíritu Santo, y ya no las uso para darle poder y realidad al ego en lo que se refiere a la culpabilidad. A través de las relaciones especiales proyecto mi culpa en los otros y, a la vez, la culpa que los otros sienten la proyectan en mí, pero cuando transformo esas relaciones especiales en Relaciones Santas, ya no me relaciono con mi hermano para atender intereses particulares, sino que me relaciono con el único propósito de dar testimonio de lo que es real y de lo que no lo es, de que somos inocentes, de que nunca nos hemos separado de Dios. En la Relación Santa se trasciende el cuerpo, y ya no nos unimos con nuestro hermano para satisfacer intereses del cuerpo, del ego, sino que nos unimos para intereses comunes, todo-abarcadores, donde las expresiones son del amor real y solamente compartimos la Verdad, el Amor, la Paz, la Belleza, nos unimos para crear y para sanar. Desde las relaciones Santas, trascendemos las relaciones de parentesco o de amistad del mundo para reconocer que somos todos el mismo Ser y que todos somos hermanos en Cristo.

La percepción insana en la que percibimos cuerpos y formas se trasciende, mediante el deshacimiento de las ilusiones que supone la Expiación, en la Percepción Sana, en la que desarrollamos la Visión de Cristo a través de la cual vemos a nuestro hermano inocente, lo cual es una Bendición, y desarrollamos el Toque de Cristo.
Pregunta: Si Ramana Maharsi o Kenneth Wapnick tuvieron enfermedades ¿Es porque no terminaron sus lecciones de Perdón y por tanto aún no estaban iluminados?
Respuesta de Hilda: La iluminación es una cuestión de reconocimiento de lo que soy, todos estamos iluminados, pero no nos lo creemos, no somos conscientes de ello. Todos estamos iluminados porque somos la Luz; si uno de nosotros, sea quien sea, elige enfermar está decidiendo equivocadamente, y esto tiene que quedar claro, la enfermedad es una elección y es una defensa contra la Verdad. El Curso de Milagros deja clarísimo que no podemos enfermar a no ser que queramos, tenemos que decidir dejar que sea el ego el que interprete las situaciones, y el ego nos va a ofrecer todo tipo de enfermedades, penurias, calamidades. La enfermedad no es más que una mente en conflicto, y se puede manifestar a nivel físico o a nivel mental, porque un estado de tristeza es una enfermedad, siempre que yo no estoy perfectamente feliz estoy enfermo, de hecho, Jesús nos define la mente recta como salud.
Vicente: Y la mente errada como enferma, es la mente la que está enferma, por eso se habla de curación; curo mi mente cuando dejo de pensar con la parte de mi mente que cree que se pudo separar, y estoy en la mente recta, la mente milagrosa que lo ve todo con los ojos de Cristo. La enfermedad es sinónimo de separación, si yo creo que me he podido separar, estoy enfermo porque estoy validando esa parte de la mente que es la mente errada, la mente insana, la mente que puede enfermar. Solamente la mente recta nos libra de la enfermedad de la separación, una vez eliminada de la mente esa creencia en la separación, ya no puede existir la enfermedad.
Hilda: Todas las respuestas están en el Curso de Milagros, por eso es muy importante estudiarlo. En el Capítulo 2, el punto IV “La Curación y la liberación del miedo” y en el párrafo 1, Jesús nos dice:
"Vamos a hacer ahora hincapié en la curación. El milagro es el medio, la Expiación el principio y la curación el resultado. Hablar de "una curación milagrosa" es combinar impropiamente dos órdenes de realidad diferentes. Una curación no es un milagro. La Expiación -el último milagro- es un remedio, y cualquier clase de curación es su resultado. Es irrelevante a qué clase de error se aplique la Expiación. Toda curación es esencialmente una liberación del miedo. Para poder llevarla a cabo, tú mismo debes estar libre de todo miedo. No entiendes lo que es la curación debido a tu propio miedo".
La Expiación es el principio por el que obtenemos el milagro.
"Hablar de "una curación milagrosa" es combinar impropiamente dos órdenes de realidad diferentes".
La curación se va a producir en una mente que antes había enfermado, en una mente que se creía que estaba en este mundo, pero el error se estaba produciendo en la mente que es el origen de este mundo.
"La Expiación -el último milagro- es un remedio, y cualquier clase de curación es su resultado".
Un remedio para una mente que creyó que se podía separar, la Expiación le devuelve a la mente el recuerdo de su verdadera identidad, y así la mente se ilumina. Cualquier clase de curación es el resultado de una mente que ha aceptado la Expiación para sí misma.
"Es irrelevante a qué clase de error se aplique la Expiación".
No hay grados de dificultad en los milagros porque no hay distintos tipos de error. Los niveles hacen que en este mundo de la percepción parezca haber grados, tipos, colores, diferencias, rangos, órdenes de realidad. Aquí parece que hay claroscuros; en un abanico abierto parece haber muchas posibilidades, un abanico de ellas, el mundo nos ofrece muchos caminos diferentes, por ejemplo muchas carreras universitarias. En el mundo parece haber un montón de caminos y de posibilidades, pero todos son ilusorios, una única ilusión de separación que para que me resulte atractiva se ha disfrazado de muchas formas diferentes para que no parezca que siempre es el mismo error, que me creo separado de Dios.
"Toda curación es esencialmente una liberación del miedo. Para poder llevarla a cabo, tú mismo debes estar libre de todo miedo. No entiendes lo que es la curación debido a tu propio miedo".
Hasta que yo no abandono el sistema de pensamiento del ego, y eso lo hago mediante el Perdón, no obtengo la curación. Y vemos que en Párrafo 2 nos dice:
"Un paso importante en el plan de la Expiación es deshacer el error en todos los niveles. La enfermedad o "mentalidad-no-recta" es el resultado de una confusión de niveles, pues siempre com-porta la creencia de que lo que está mal en un nivel puede afectar adversamente a otro. Nos hemos referido a los milagros como un medio de corregir la confusión de niveles, ya que todos los errores tienen que corregirse en el mismo nivel en que se originaron. Sólo la mente puede errar. El cuerpo sólo puede actuar equivocadamente cuando está respondiendo a un pensamiento falso. El cuerpo no puede crear y la creencia de que puede -error básico- da lugar a todos los síntomas físicos. Las enfermedades físicas implican la creencia en la magia. La distorsión que dio lugar a la magia se basa en la creencia de que existe una capacidad creativa en la materia que la mente no puede controlar. Este error puede manifestarse de dos formas: se puede creer que la mente puede crear falsamente en el cuerpo, o que el cuerpo puede crear falsamente en la mente. Cuando se comprende que la mente -el único nivel de creación- no puede crear más allá de sí misma, ninguno de esos dos tipos de confusión tiene por qué producirse".
El cuerpo es tan solo un recurso de aprendizaje y lo único que puede hacer es obstaculizar el aprendizaje, pero en realidad lo único que tendríamos que hacer es dejar de querer crear falsamente, ya sea que traspasemos esos errores mentales al cuerpo, en forma de enfermedad, o no.
Pregunta: En última instancia Dios no creó el cuerpo, si de alguna manera enferma ¿Es así como decidió dejar el traje y el Espíritu sigue siendo tal como Dios lo creó?
Respuesta de Hilda: NO. Lo que Jesús nos dice es que no hay por qué enfermar y de hecho nos dice que el cuerpo se puede dejar porque nos damos cuenta de que hemos llevado a cabo nuestro papel en el Plan, y entonces la “muerte” del cuerpo se convierte en el momento de trascender, de despertar. Jesús nos dice en el Anexo “El Canto de Oración”, en la Curación “La falsa curación en contraposición a la verdadera”:
"Esto es lo que debería ser la muerte: una elección tranquila, que se lleva a cabo felizmente y con una sensación de paz, pues el cuerpo se ha usado con bondad para ayudar al Hijo de Dios en el camino que le lleva a su Padre. Le damos gracias al cuerpo por el servicio que nos ha prestado. Pero nos sentimos agradecidos también de que ya no haya necesidad de seguir transitando por el mundo de las limitaciones, ni de alcanzar al Cristo en formas borrosas y, a lo sumo, poder verlo claramente en amorosos destellos. Ahora podemos contemplarle sin velos, en la luz que hemos aprendido a ver de nuevo.
Llamamos a eso muerte, pero es libertad. No se presenta en formas que parecen imponérsele con dolor a una carne renuente, sino como una dulce bienvenida a la liberación. Si ha habido una verdadera curación, esa puede ser la forma en que la muerte llegue cuando sea el momento de descansar por un rato de una labor gustosamente realizada y gustosamente concluida. Ahora nos dirigimos en paz a una atmósfera más despejada y a climas más suaves, donde no es difícil ver que los regalos que dimos nos fueron salvaguardados. Cristo nos resulta más claro ahora; Su visión es más sostenida en nosotros, y Su Voz, la Palabra de Dios, más claramente la nuestra.
Este sereno pasar a un nivel de oración más elevado, a un tierno perdón de las cosas del mundo, solo puede recibirse con agradecimiento. Pero primero la verdadera curación tiene que haber bendecido a la mente con amoroso perdón por los pecados con los que ésta soñó e impuso sobre el mundo. Ahora sus sueños se desvanecen en un tranquilo descanso. Ahora su perdón viene a sanar el mundo y está lista para partir en paz, pues la jornada ha llegado a su fin y las lecciones se han aprendido.
Eso no es muerte, de acuerdo con el pensar del mundo, pues la muerte es cruel ante sus atemorizados ojos y se manifiesta en forma de castigo por el pecado. ¿Cómo podría entonces ser una bendición? ¿Y cómo puede dársele la bienvenida cuando se le debe temer? ¿Qué curación ha tenido lugar en semejante visión de lo que no es sino la apertura del portal a un nivel de oración más elevado y a la dispensación de una amorosa justicia? La muerte es una recompensa, no un castigo. Pero este punto de vista solo puede proceder de una curación que el mundo no puede concebir".
Gloria: Ahora vamos al capítulo 28 “El Deshacimiento del Miedo”, al epígrafe IV “La unión mayor”, párrafo 1. Jesús dice:
"Aceptar la Expiación para ti mismo significa no prestar apoyo a los sueños de enfermedad y muerte de nadie. Significa que no compartes con ningún individuo su deseo de estar separado ni dejas que vuelque sus ilusiones contra sí mismo. Tampoco deseas que éstas se vuelquen contra ti. De este modo, no tienen ningún efecto. Y te liberas de los sueños de dolor porque permites que él se libere de ellos. A menos que lo ayudes, sufrirás con él, ya que ése es tu deseo. Y te convertirás en un protagonista en su sueño de dolor, tal como él lo es en el tuyo. De este modo, los dos os convertís en ilusiones sin ninguna identidad. Tú puedes ser cualquier persona o cualquier cosa, según de quién sea el sueño de maldad que compartas. Pero de una cosa puedes estar seguro: que eres perverso, pues compartes sueños de miedo".
Hilda propone leer el Epígrafe IV hasta el final:
"Hay un modo de encontrar certeza aquí y ahora. Niégate a ser parte de ningún sueño de miedo, sea cual sea su forma, pues si lo haces perderás tu identidad en ellos. La manera de encontrarte a ti mismo es negándote a aceptar tales sueños como tu causa, o como que tienen efectos en ti. Tú no tienes nada que ver con ellos, pero sí con aquel que los sueña. De esta manera, separas al soñador del sueño, al unirte a uno y abandonar el otro. El sueño no es más que una ilusión de la mente. Y a ésta te puedes unir, pero jamás al sueño. Es del sueño de lo que tienes miedo, no de la mente. Sin embargo, los ves como si fuesen lo mismo porque crees que tú no eres más que un sueño. Y no sabes lo que es real acerca de ti o lo que es ilusorio, ni puedes distinguir entre lo uno y lo otro.
Al igual que tú, tu hermano cree que él es un sueño. No compartas con él su ilusión acerca de sí mismo, pues tu identidad depende de su realidad. Piensa en él más bien como una mente en la que todavía persisten las ilusiones, pero con la que tienes una relación fraternal. Lo que él sueña no es lo que lo convierte en tu hermano, ni tampoco su cuerpo, el "héroe" del sueño, es tu hermano. Su realidad es lo que es tu hermano, de la misma manera en que tu realidad es lo que es hermano suyo. Tu mente y la suya están unidas en hermandad. Su cuerpo y sus sueños tan sólo aparentan abrir una diminuta brecha en la que tus sueños se han unido a los suyos.
Entre vuestras mentes, sin embargo, no hay ninguna brecha. Unirte a sus sueños significa que no te unes a él, pues sus sueños lo separan de ti. Libéralo, por lo tanto, proclamando sencillamente tu hermandad con él y no con sueños de miedo. Ayúdale a que reconozca quién es, negándote a apoyar sus ilusiones con tu fe, pues si lo haces, no podrás sino tener fe en las tuyas. Y al tener fe en las tuyas, él no podrá liberarse y tú quedarás atrapado en sus sueños. Y sueños de terror vendrán a rondar la diminuta brecha, la cual está poblada únicamente por las ilusiones que habéis apoyado en la mente del otro.
Ten absoluta certeza de que si tú haces lo que te corresponde hacer, él hará lo que le corresponda hacer a él, pues se unirá a ti allí donde tú estés. No lo invites a unirse a ti en la brecha que hay entre vosotros, pues si lo haces, creerás que ésa es tu realidad así como la suya. Tú no puedes llevar a cabo su papel por él, mas esto es precisamente lo que haces cuando te vuelves una figura pasiva en sus sueños, en vez del soñador de los tuyos. Tener una identidad carece de significado en los sueños porque el soñador y el sueño son lo mismo. El que comparte un sueño no puede sino ser el sueño que comparte porque el acto de compartir es lo que produce la causa.
Como consecuencia de compartir confusión estás confundido, pues en la brecha no existe un yo estable. Lo que es lo mismo parece diferente porque lo que es lo mismo aparenta ser algo distinto. Los sueños de tu hermano son los tuyos porque tú permites que lo sean. Mas si lo librases de tus sueños, él se liberaría de ellos, así como de los suyos. Tus sueños dan testimonio de los suyos y, los suyos, de la verdad de los tuyos. No obstante, si vieses que no hay verdad en los tuyos, sus sueños desaparecerían y él comprendería qué fue lo que dio origen al sueño.
El Espíritu Santo mora en vuestras dos mentes, y Él es Uno porque no hay brecha que pueda dividir Su Unicidad. La brecha que separa vuestros cuerpos es irrelevante, pues lo que está unido en Él es siempre uno. Nadie puede estar enfermo si alguien acepta su unión con él. Su deseo de ser una mente enferma y separada no puede seguir vigente sin un testigo o una causa. Y tanto el testigo como la causa desaparecen si alguien decide unirse a él. En su sueño él estaba separado de su her-mano, quien, al no compartir su sueño con él, ha eliminado el espacio que había entre ellos. Y el Padre viene a unirse con Su Hijo, a quien el Espíritu Santo se unió.
La función del Espíritu Santo es tomar la imagen fragmentada del Hijo de Dios y poner cada fragmento nuevamente en su lugar. Él muestra esta santa imagen, completamente sanada, a cada fragmento separado que piensa que en sí es una imagen completa. A cada uno de ellos Él le ofrece su Identidad, que la imagen en su totalidad representa, en vez de la fragmentada y diminuta porción que él insistía que era él mismo. Mas cuando él vea esta imagen, se reconocerá a sí mismo. Si tú no compartes con tu hermano su sueño de maldad, ésa es la imagen con la que el milagro llenará la diminuta brecha, la cual quedará así libre de todas las semillas de enfermedad y de pecado. Y ahí el Padre recibirá a Su Hijo porque Su Hijo ha sido misericordioso consigo mismo.
Te doy las gracias, Padre, sabiendo que Tú vendrás a salvar cada diminuta brecha que hay entre los fragmentos separados de Tu santo Hijo. Tu santidad, absoluta y perfecta, mora en cada uno de ellos. Y están unidos porque lo que mora en uno solo de ellos, mora en todos ellos. ¡Cuán sagrado es el más diminuto grano de arena, cuando se reconoce que forma parte de la imagen total del Hijo de Dios. Las formas que los diferentes fragmentos parecen adoptar no significan nada, pues el todo reside en cada uno de ellos. Y cada aspecto del Hijo de Dios es exactamente igual a todos los demás.
No te unas a los sueños de tu hermano, sino a él, y ahí donde te unes a Su Hijo, ahí está el Padre. ¿Quién iría en busca de sustitutos si se diese cuenta de que no ha perdido nada? ¿Quién querría disfrutar de los "beneficios" de la enfermedad cuando ha recibido la simple bendición de la salud? Lo que Dios ha dado no puede suponer pérdida alguna, y lo que no procede de Él no tiene efectos. ¿Qué podrías percibir, entonces, en la brecha? Las semillas de la enfermedad proceden de la creencia de que es posible encontrar felicidad en la separación y de que renunciar a ella sería un sacrificio. Mas los milagros son el resultado de no seguir tratando de ver en la brecha lo que no se encuentra en ella. Lo único que requiere el Sanador del Hijo de Dios es que estés dispuesto a abandonar todas las ilusiones. Él sembrará los milagros de curación allí donde antes se encontraban las semillas de la enfermedad. Y no habrá pérdidas de ninguna clase, sino sólo ganancias".
En el capítulo 15, epígrafe V y párrafo 1, Jesús nos dice:
"Prepárate ahora para deshacer lo que nunca tuvo lugar. Si ya entendieses la diferencia que existe entre la verdad y las ilusiones, la Expiación no tendría objeto. Él instante santo, la relación santa, las enseñanzas del Espíritu Santo y todos los medios por los que se alcanza la salvación no tendrían ningún propósito. Pues todos ellos no son sino aspectos del plan cuyo fin es cambiar tus sueños de terror a sueños felices, desde los cuales puedas despertar fácilmente al conocimiento. No te pongas a ti mismo a cargo de esto, pues no puedes distinguir entre lo que es un avance y lo que es un retroceso. Has considerado algunos de tus mayores avances como fracasos, y has evaluado algunos de tus peores retrocesos como grandes triunfos".
Si entendiésemos la diferencia que hay entre la Verdad y las ilusiones, no tendríamos que utilizar todas las herramientas que nos ha dado el Espíritu Santo, la Expiación, el Perdón, el Milagro, las Relaciones Santas, nada de eso sería necesario ya que no nos reconocemos separados, nos reconocemos en la Unidad. Jesús nos dice que no nos hagamos cargo del proceso, ya que lo que aparentemente es un retroceso puede ser la antesala de un gran avance y viceversa.
Hilda: Jesús llama al hecho de despertar del sueño de conflicto "el sueño feliz". Luego de este, Dios da el último paso porque Su Hijo, en el sueño feliz, está reconociendo que esa es la Voluntad de Dios para nosotros y que no hay ninguna otra. En el párrafo 2 del epígrafe V nos dice:
"Nunca solicites el instante santo después de haber tratado de eliminar por tu cuenta todo odio y temor de tu mente. Esa es Su función".
Nosotros no podemos hacer las cosas solos. Precisamente la loca idea fue el querer irnos “por nuestra cuenta”.Y si nos vamos al capítulo 9, en el punto IV “El Plan de Perdón del Espíritu Santo”, en el párrafo 3, Jesús nos dice:
"La Expiación es una lección acerca de cómo compartir, que se te da porque te has olvidado de cómo hacerlo. El Espíritu Santo simplemente te recuerda el uso natural de tus capacidades. Al reinterpretar la capacidad de atacar como la capacidad de compartir, Él transforma lo que tú inventaste en lo que Dios creó".
Vicente: Es la inversión de pensamiento que tenemos que realizar. Creíamos que nuestro Santo Padre era cruel y teníamos miedo del Amor, y ahora estamos viendo que el error fue tan profundo que el cambio de paradigma, de sistema de pensamiento, tiene que darse lo antes posible para que dejemos de sufrir y después extenderlo a todos nuestros hermanos. El Curso de Milagros lo único que nos dice de todas las formas posibles es que “el Hijo de Dios es inocente”, que no se separó de su Padre, que no somos culpables, que no podemos sufrir ni sentir dolor, ni sufrir pérdidas, ni dejar de hacer todo lo que la Salvación nos pida que hagamos.
Carlos: En contra de lo que se pueda pensar, el proceso de perdonar y de aceptar la Expiación no tiene por que llevar apenas tiempo, sino que más bien es una cuestión de un solo instante. La estamos explicando de una forma detallada, tal como lo hace Jesús en el Curso para que se comprenda bien. Lo que pasa es que como nosotros nos inventamos un mundo donde parece que hay que luchar para conseguir cosas, donde hemos puesto niveles, donde todo tiene un proceso porque creemos en el tiempo, entonces Jesús de adapta a ello y nos habla en un idioma que podamos entender, nos explica que primero tenemos que reconocer que nos hemos equivocado, después tenemos que querer ver las cosas de otra manera, a continuación entregamos la situación a la Expiación, etc., pero todo eso ocurre en un solo instante.
Cuando integramos y empezamos a pedir al Espíritu Santo que nos guíe, todo el proceso es casi instantáneo, una vez que estamos automáticamente reconociendo que queremos ver esto de otra manera y le pedimos al Espíritu Santo que nos ayude, el milagro es instantáneo; es así de sencillo, la Expiación es el deshacimiento del error, el Espíritu Santo es la Expiación, Perdón, Expiación, Salvación, son al final lo mismo, en el Reino de los Cielos no existen los conceptos, es lo inefable y lo intentamos convertir en algo concreto, porque nos inventamos un mundo concreto en lugar de lo abstracto que es donde realmente pertenecemos.
Tenemos que quedarnos con la idea de que la Expiación es algo muy sencillo. Jesús nos dice que cuando se estudia el Curso es un curso fácil, solamente tenemos que querer hacerlo y tomar la decisión porque no estamos solos, tenemos la ayuda constante del Espíritu Santo; no estamos aprendiendo algo que sea diferente de aquello que ya somos, sino que estamos recordando nuestra responsabilidad en el habernos quedado dormidos en un sueño absurdo y a través del Curso reconocemos que únicamente nos quedamos dormidos. Tenemos que comprender que solo tenemos que reconocer quiénes somos y con eso se obra absolutamente todo.
Jesús nos ha dicho que si solamente reconociésemos y creyésemos de verdad que no estamos en este mundo, que este mundo es un sueño, si reconociésemos que no hemos salido de la casa de nuestro Padre, no tendríamos que ponernos a perdonar nada porque ese es el único Perdón real. Si no salimos de la casa de nuestro Padre, somos inocentes, si somos inocentes todo esto que hemos fabricado es una locura, es un simple juego de magia que nosotros mismos nos inventamos como Hijo de Dios. Y todas las personas que creemos ver no son otra cosa que los espejos de quién somos, por eso se nos dice que si condenamos a nuestro hermano nos condenamos nosotros mismos, que si lo salvamos nos salvamos nosotros, y que si nos curamos se puede curar nuestro hermano, pero tenemos que creerlo, tenemos que darnos la oportunidad de creer y de aceptar la ayuda que se nos ha dado, que es la ayuda de nuestro Padre a través de Su Voz, es la ayuda de nuestro hermano mayor, Jesús, es la ayuda de los ángeles, y es la ayuda de todas aquellas figuritas del sueño que han aceptado la Expiación, que han aceptado ejercer como Maestros de Dios y que están esperando que todos los demás lo hagamos, ya que no podemos regresar a nuestro Hogar hasta que el último de nuestros hermanos deje de vagar por este mundo como si fuera real y perteneciera a él, así que necesitamos la decisión en este sentido de toda la Filiación, siempre teniendo en cuenta que ya estamos allí.
Nos preguntamos a veces por qué tenemos que caminar un camino si ya estamos en casa, y la respuesta es porque no nos lo creemos, hemos creído que nos habíamos separado de Dios, nos hemos inventado este mundo y la única forma de que este mundo se des-haga es que nos demos cuenta de que no estamos en él, nos lo creamos y aceptemos este aparente caminar que de hecho Jesús le llama el “viaje sin distancia”, un viaje en el que solo hay que despertar.
Vicente: Se trata de un viaje en la conciencia, un viaje en los pensamientos, porque lo concreto ya no está en nuestra mente, ya lo hemos abandonado, ya sabemos que se trata de una alucinación nuestra con la que tenemos que convivir porque hemos querido alucinar, fabricar a nuestra manera, hemos querido ser especiales y todo es especialismo. Tenemos la puerta abierta para salir de este infierno, y tenemos que recorrer nuestra conciencia para ver que realmente no deseamos nada de este mundo, y cuando elijamos eso se nos abra abierto la puerta de nuestro verdadero mundo, el Reino de los Cielos.
Gloria: Lo que Carlos ha expuesto con tanta fuerza se puede resumir en una sola palabra “Voluntad”, entendiendo la Voluntad como el deseo de todo corazón de la Expiación, y desear la Expiación con esa fuerza es aceptarla y hacerla realidad. Como dice Jesús en el Texto, el conocimiento no es la principal motivación para aceptar este Curso, la Paz sí lo es, porque desde el estado de Paz nos llega el Conocimiento, y el último paso lo da Dios, lo que nos lleva a experimentar y a ser conscientes de lo que ya somos.
Para cerrar este monográfico sobre la Expiación, vamos a leer el párrafo 4 de la Introducción del capítulo 13 “El mundo inocente”, donde Jesús nos dice:
"Este mundo es la imagen de la crucifixión del Hijo de Dios. Y hasta que no te des cuenta de que el Hijo de Dios no puede ser crucificado, este será el mundo que verás. No podrás comprender esto, no obstante, hasta que no aceptes el hecho eterno de que el Hijo de Dios no es culpable. Él solo merece amor porque solo ha dado amor. No se le puede condenar porque él nunca ha condenado. La Expiación es la última lección que necesita aprender, pues le enseña que, puesto que nunca pecó, no tiene necesidad de salvación".
¡Ya estamos salvados, ya estamos en el Reino de los Cielos, ya estamos en Dios!
[1] Ibíd. pág. 36
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