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¿Son compatibles la Biblia y Un Curso de Milagros?

Actualizado: hace 2 días


¿Es posible que el mismo Jesús que habla en la Biblia también haya dictado Un Curso de Milagros? Para algunos esto suena escandaloso o, al menos, contradictorio. Pero ¿y si el mensaje del Curso no solo es compatible con la Biblia, sino que, además, viene a corregir sus malinterpretaciones más aparentemente dolorosas? En este artículo exploramos, desde una mirada clara, profunda y amena, cómo estos dos textos se entrelazan y se iluminan mutuamente.


1. Dos libros, un solo Maestro


Aunque algunos maestros han llegado a afirmar que la Biblia y Un Curso de Milagros no solo no son compatibles, sino que además son opuestos; nosotros creemos  firmemente que el Jesús que habla en ambos textos es el mismo: un Maestro de amor, claridad y verdad. En el Curso podemos encontrar muchas referencias a su vida y enseñanzas, que se encuentran en los Evangelios.


El Curso contiene más de mil referencias y citas de la Biblia, las cuales incluyen alusiones directas a pasajes que son reafirmados por Jesús, otras que son corregidas y otras que definitivamente son descartadas porque están en clara oposición a las enseñanzas de Jesús. Son referencias que involucran ideas atemorizantes que han causado mucho aparente dolor y culpa en los cristianos de buena fe.


“Si los Apóstoles no se hubieran sentido culpables, nunca me habrían podido atribuir expresiones tales como: “No he venido a sembrar paz, sino espadas”. Esto está en clara oposición a todas mis enseñanzas”. (T-6.I.15:2-3)


En realidad, si examinamos con mente abierta el mensaje de Un Curso de Milagros, encontramos que Jesús vino a recuperar su mensaje esencial de Amor no dual que intentó compartir antes. Con mucho amor, nos propone otra forma de leer la Biblia, desde la mente recta, quitando todo vestigio de miedo o castigo. Por eso dedica gran parte de sus enseñanzas a corregir la interpretación errada que surgió de la culpa y el miedo, que llevaron a sus discípulos a tergiversar su mensaje de puro Amor y a mezclarlo con miedo y castigo.


Jesús retoma muchos temas bíblicos en Un Curso de Milagros, pero los interpreta de manera radicalmente distinta. No se trata de una simple contradicción, sino de una reinterpretación con un objetivo muy específico: liberar la mente del miedo y conducirla hacia la paz.


Hay muchas similitudes en el lenguaje que utiliza y lo hace con el mismo Amor y con la misma autoridad que utiliza en los Evangelios. Solo que, en el Curso, su mayor empeño es transmitir un mensaje de Amor puro, sin tergiversaciones. Por lo tanto, afirma que esta vez no va a permitir que ningún tipo de miedo se infiltre en su mensaje, como ocurrió hace más de dos mil años. Así de amoroso se muestra:


“No quiero que dejes que se infiltre ningún vestigio de miedo en el sistema de pensamiento hacia el que te estoy guiando”. (T-6.I.16.2)


Lo vemos activamente en su papel de maestro, como lo hizo anteriormente, según se relata en los evangelios. Un Maestro amoroso que nos enseña a liberarnos de un sistema de pensamiento que solo nos ha causado dolor, y nos guía para que aprendamos las lecciones felices del Espíritu Santo. Viene a recuperar su mensaje de que no somos un cuerpo, como quiso demostrarlo con la resurrección.


También recalca muchas veces que vino a demostrarnos que todos somos iguales, como hijos de Dios. Por lo tanto, Él no necesita reverencias, pues no existen jerarquías entre Él  y nosotros, ya que Él no es el Hijo Unigénito de Dios, sino que es nuestro hermano, pues todos somos hijos de Dios. Y nos asegura que podemos llegar a reconocer el Cristo en nosotros, así como Él lo hizo. Por eso, en el Curso, Jesús busca una relación cercana, no jerárquica, con nosotros. Se presenta como un amoroso hermano mayor y nos ofrece llevarnos de la mano de regreso al Hogar, de Donde, en realidad, nunca nos fuimos. Es el mismo Jesús el Cristo que conocimos en los Evangelios, ¡pero sin el ropaje de la culpa y el sacrificio que le fue adjudicado erróneamente!


Así que si decides acompañarnos a través de esta reflexión, te prometemos que vas a poder beneficiarte totalmente del poder de sanación que vas a encontrar en el mensaje del Maestro del Amor, que es el mismo que estaba en la Biblia y que viene a reiterarnos dos mil años después.


2. ¿Qué dice el Jesús del Curso sobre la Biblia?


El mismo Jesús explica que decidió dictar el Curso a Helen Schucman porque su mensaje original de Amor puro y de Unión con Dios había sido, al parecer, profundamente malinterpretado y distorsionado. En lugar de recordarnos que somos uno con Dios, que somos Espíritu y no un cuerpo, la Biblia ha sido usada equivocadamente para enfatizar la culpa, el pecado y el castigo. 


¿El resultado? Un sistema de creencias centrado en la culpa, el sacrificio, el pecado y el sufrimiento. Y esto, para Jesús, no solo fue un malentendido: fue directamente una total inversión de su mensaje de amor, de dicha y de paz.


Mientras la Biblia resalta el sacrificio, el Curso nos pide enfocarnos en la resurrección. En lugar de vernos como culpables del sufrimiento de Jesús, nos recuerda que ese sufrimiento no fue real en el sentido espiritual, pues Jesús ya no se identificaba con un cuerpo. Lo que somos verdaderamente -Espíritu- no puede morir, ni sufrir, ni estar separado de Dios. El Curso nos explica que la crucifixión no fue una forma de castigo, sino un ejemplo extremo de que el Hijo de Dios no puede ser destruido.


Jesús hizo una clara distinción, todavía velada para ti, entre lo falso y lo verdadero. Te ofreció una demostración palpable de que es imposible matar al Hijo de Dios. (C-5.3:4-5)


El mensaje de la crucifixión es inequívoco:

Enseña solamente amor, pues eso es lo que eres.

Si interpretas la crucifixión de cualquier otra forma, la estarás usando como un arma de ataque en vez de como la llamada a la paz para la que se concibió. Con frecuencia, los Apóstoles la interpretaron erróneamente, por la misma razón que otros lo hacen. Su propio amor imperfecto les hizo ser vulnerables a la proyección, y, como resultado de su propio miedo, hablaron de la “ira de Dios” como el arma de represalia de Este. No pudieron hablar de la crucifixión enteramente sin ira porque sus propios sentimientos de culpabilidad habían hecho que se sintiesen indignados. (T- 6.I.13:1-2,14:1-4)


Según la Biblia, somos seres caídos, pecadores por naturaleza y que, por lo tanto, necesitamos ser redimidos por la sangre de Cristo Jesús, a través de su sufrimiento y de su dolorosa muerte en la cruz.


Según el Curso, somos inocentes por naturaleza. Hemos caído en un sueño ilusorio que nos hemos creído a pie juntillas, pero Dios nos está tratando de despertar muy amorosamente.


¿Por qué no habrías de dar saltos de alegría cuando se te asegura que todo el mal que crees haber hecho nunca ocurrió; que todos tus pecados no son nada; que sigues siendo tan puro y tan santo como fuiste creado, y que la luz, la dicha y la paz moran en ti? (L-93.4)


3.¿Qué papel juega el perdón en ambos textos?


Si hay un concepto que aparece tanto en la Biblia como en Un Curso de Milagros, es el perdón. Pero no hablamos del mismo tipo de perdón. Porque mientras en la Biblia a menudo se considera el perdón como una especie de indulto divino tras reconocer el pecado, en el Curso es algo mucho más radical, más liberador… y sí, totalmente amoroso.


El perdón en la Biblia suele partir de la idea de que has cometido un pecado real, has fallado gravemente, y ahora necesitas la misericordia de Dios. Hay culpa, hay juicio previo, hay una ofensa que necesita ser expiada con castigo (aunque luego se te perdone). En muchos pasajes, el perdón es una especie de suspensión de la condena: "Te perdono... aunque sí pecaste".


En cambio, el del Curso, el perdón verdadero,  es algo completamente distinto. Aquí no hay pecado que perdonar, solo errores de percepción, ilusiones, interpretaciones equivocadas que pueden —y deben— pasarse por alto.


Aquí no se nos pide que condenemos primero y luego perdonemos. Se nos invita a no condenar en absoluto, a ver más allá del error, desde un principio, a mirar con los ojos del Espíritu y reconocer la verdad que hay detrás de toda ilusión: el otro sigue siendo inocente, igual que tú.


Este tipo de perdón no solo sana las relaciones, sino que literalmente cura la mente y, por lo tanto, el cuerpo. Es un cambio de percepción tan profundo, que deshace el ego. No perdonamos desde una posición de superioridad (“yo estoy bien, tú te equivocaste, pero te perdono”), sino desde la certeza de que todos estamos unidos en la misma Luz.


El perdón del Curso no es un acto moral, sino un proceso mental que deshace el juicio. No hay rastro de sacrificio en él, ni de “te perdono, pero no olvido”. Aquí se perdona porque entendemos que lo que parecía una ofensa nunca ocurrió en la Realidad del Espíritu. Como lo explica el Curso:


El perdón reconoce que lo que pensaste que tu hermano te había hecho en realidad nunca ocurrió. El perdón no perdona pecados, otorgándoles así realidad. Sencillamente ve que no se cometió pecado alguno”.  (L-pII.p1.1:1-3)


Este perdón no niega que veamos el error en el mundo, pero sí niega su realidad última. Por eso se puede liberar sin castigo. Y por eso es la piedra angular del Curso, sobre la cual se construyen todos sus cimientos. El perdón verdadero no es una transacción… es una liberación. No es una herramienta para ajustar cuentas, sino un puente hacia la paz.


No hay juicio, no hay culpa, solo la oportunidad de ver con los ojos del Espíritu, que es la visión verdadera. Es un perdón que involucra la total ausencia de juicios. De manera que todo el entrenamiento de las 365 lecciones, nos lleva a liberarnos de todos nuestros resentimientos, juicios y pensamientos de ataque y a ver un mundo perdonado. Esa es la manera como reconocemos el verdadero Ser en nosotros mismos y en todos, y nos unimos a todos en el amor, la dicha y la paz de Dios.


4. Jesús: ¿héroe trágico o maestro de la alegría?


La imagen de Jesús en la tradición bíblica ha sido, durante siglos, la de un mártir trágico. Un hombre perfecto, enviado por Dios, que sufre terriblemente, es traicionado, azotado, clavado en una cruz… y todo por nuestra redención. Como dice Isaías 53:5:


Mas él herido fue por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados.


Y aunque esta interpretación ha sido central en el cristianismo tradicional, el Jesús de Un Curso de Milagros nos presenta un enfoque radicalmente distinto: no vino a sufrir, sino a enseñar. Y no a redimirnos de pecados reales, sino a ayudarnos a recordar que no somos un cuerpo, sino que seguimos siendo Espíritu, tal como Dios nos creó y que nunca pudimos habernos separado del Amor de Dios.


Al parecer, esta figura del Jesús de la Biblia como el cordero de Dios, que vino a sufrir por nuestros pecados, surge de la percepción que teníamos de un Dios iracundo y castigador que exigía sacrificios por nuestros pecados y, por lo tanto, necesitaba que le ofreciéramos la vida de cabritos o animales para apaciguar su furia. Esto viene desde la supuesta expulsión del paraíso, donde se nos muestra a Caín y Abel ofreciendo sacrificios a Dios, y puede verse a lo largo de los relatos de la Biblia.


Un ejemplo de esto es la historia de Abraham e Isaac: Dios le promete a Abraham que tendrá un hijo, Isaac, quien será el padre de una gran nación. Cumpliendo la promesa de Dios, Isaac nace cuando Abraham y Sara ya son ancianos. Luego Dios le pide que le ofrezca a Isaac como sacrificio en el monte Moriah. Abraham, a pesar de su amor por Isaac, obedece a Dios y se prepara para el aparente holocausto. Así que viaja con su hijo a la montaña, y construye un altar y ata a Isaac. Pero cuando está a punto de matarlo, aparece un ángel de Dios y le dice que se detenga, que no era en serio, que  Dios solo quería probar si su fe en Él era verdadera. Así que Abraham, mata un ilusorio cabrito que iba pasando por ahí, y se lo ofrece a Dios en lugar de su hijito.


Visto así, no podemos dejar de preguntarnos qué tipo de dios perverso, cruel y manipulador puede pedirle esto a uno de sus hijos. Solo podemos pensar que una historia así de descabellada debe tener otra interpretación. Solo en un mundo ilusorio, puede concebirse un dios con estas características, pues solo en un sueño podemos proyectar todas estas características sobre un dios que nos hemos inventado. Sin embargo, esta historia se presenta como un ejemplo de la fe y obediencia de Abraham, y también se interpreta como una prefiguración del sacrificio de Jesús


Fue así como surgió la idea de que este dios iracundo necesitaba un gran sacrificio, ya que habíamos pecado. Y la única manera de redimirnos era a través de la sangre de su Hijo inocente, pues solo con su sangre podíamos recibir la purificación de nuestros pecados. Así que nos envió a su Hijo para que lo sacrificáramos y se lo ofreciéramos como intercambio por el perdón de nuestros pecados.


Esta idea de por sí, es absurda y se cae por su propio peso cuando consideramos que Dios es puro Amor, y que jamás nos ha condenado, por lo tanto no necesita perdonarnos. La idea de que un Padre amoroso considerase siquiera la idea de matar a su propio hijo inocente para que pagara por los inexistentes pecados de alguien a quien Él jamás había condenado no tiene el más mínimo sentido. Como el mismo Jesús dice en el Curso:


¿Crees que nuestro Padre piensa realmente así? Es tan esencial eliminar cualquier pensamiento de este tipo que debemos asegurarnos de que nada semejante permanezca en tu mente. Yo no fui “castigado” porque tú fueras malo. (T-3.I.2:8-10)


Así que el Jesús del Curso no quiere que lo veamos como el cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Por el contrario, Él desmantela esa imagen y nos recuerda que vino a enseñar que el sufrimiento no es necesario, y que el Amor no pide sacrificios.


El mensaje que quiso dejarnos con la crucifixión fue que el cuerpo es una ilusión y que,  por lo tanto, aunque pareciera que este estaba siendo atacado y martirizado, nada de esto afectaba realmente Su verdadera Identidad en Espíritu, pues Él ya no se identificaba con un cuerpo. La prueba está en que, como veremos más adelante, Él se fabricó otro cuerpo para presentarse a sus discípulos. Por eso no lo reconocieron al comienzo, sino hasta después de escuchar y reconocer que eran en verdad las palabras de su Maestro.


En última instancia, solo el cuerpo puede ser agredido. No cabe duda de que un cuerpo puede agredir a otro, y puede incluso destruirlo. Sin embargo, si la destrucción en sí es imposible, cualquier cosa que pueda ser destruida no es real... El mensaje de la crucifixión fue precisamente enseñar que no es necesario percibir ninguna forma de ataque en la persecución, pues no puedes ser perseguido. (T-6.I.4:1-3,6)


Este mensaje fue totalmente tergiversado, pues nos enfocamos en el sacrificio y en todo el sufrimiento por el que tuvo que pasar desde el punto de vista de ser un cuerpo al que se podía herir y martirizar. Lo que resulta contradictorio, pues él había venido, precisamente, a probar que no somos un cuerpo destructible, que somos Espíritu invulnerable, eterno e inmutable.


Vino a recordarnos que somos uno con Dios, que seguimos siendo Espíritu, y que el cuerpo no es nuestra identidad real. Por eso insiste en que la crucifixión no es lo que debe enseñarse, sino la resurrección:


La respuesta de Jesús a Helen Schucman cuando ella le preguntó si tuvo lugar su resurrección física fue: “Mi cadáver desapareció porque yo no albergaba ilusión alguna sobre él. La última había desaparecido. Lo dejaron en la tumba pero no quedó nada que enterrar. No se desintegró porque lo irreal no puede morir. Meramente se volvió lo que siempre había sido. Y eso es lo que significa 'remover la piedra del sepulcro'. El cuerpo desaparece y ya no oculta lo que subyace más allá de él. Meramente deja de interferir la visión. Remover la piedra del sepulcro es ver más allá de la tumba, más allá de la muerte, y comprender que el cuerpo no es nada. Cuando se comprende que algo no es nada, tiene que desaparecer.


Después, para hablar a quienes tenían que demostrarle al mundo la falta de valor del cuerpo asumí una forma humana con atributos humanos. Esto se ha malentendido mucho. Fui a decirles que la muerte es una ilusión, y que la mente que hizo el cuerpo puede hacer otro puesto que la forma, en sí misma, es una ilusión. Ellos no lo comprendieron. Pero ahora te hablo a ti y te doy el mismo mensaje: la muerte de una ilusión no significa nada. Desaparece cuando despiertas y decides no soñar más. Y aún tienes el poder de tomar esa decisión, tal como lo hice yo. (K. Wapnick. Ausencia de felicidad. Pag.422)


El Jesús del Curso se presenta como un Maestro compasivo que no condena, que no murió para pagar pecados, y que constantemente desmonta las ideas de sacrificio y de castigo divino que a menudo se asocian con la lectura literal de la Biblia. A propósito de esto, tenemos un estudio diario de la Biblia a luz de Un Curso de Milagros para reinterpretar aquellos errores de escriba que se presentaron cuando estos no se dejaron inspirar totalmente por el EspírituSanto.


Así que en el Jesús del Curso no vemos a una figura lejana e inalcanzable, que hay que reverenciar y adorar. Por el contrario, se nos presenta como un maestro cercano, paciente, alegre y amoroso que nos ofrece 365 lecciones para entrenar nuestra mente a ver con amor, en vez de con miedo. Él quiere guiarnos a cada uno de nosotros, no para que lo veneremos, sino para mostrarnos que somos iguales a Él y que podemos alcanzar todo lo que él logró, si seguimos su guía amorosa. Nos enseña que el verdadero milagro es recordar que no estamos separados, que somos Uno con todos y con Dios. Esa es la resurrección: el despertar a lo que realmente Somos.


Conclusión: Un Jesús que libera, no que condena


Nosotros abrazamos esta visión profundamente liberadora. El Jesús del Curso no vino a reforzar el miedo, sino a disolverlo. No vino a exigirnos perfección, sino a recordarnos que ya somos completos. Y, sobre todo, no vino a morir por nosotros… vino a enseñarnos a vivir plenamente en el Amor.


También afirmamos con certeza que el Jesús que habla en ambos textos es el mismo. Solo que su antiguo mensaje fue distorsionado por interpretaciones llenas de culpa y de miedo. Un Curso de Milagros viene a rectificar esas interpretaciones. Viene a rescatar el mensaje original: que todos somos Uno en el Padre, que somos Espíritu, que el pecado no existe, y que la única realidad es el Amor.


Sí, se trata del mismo Jesús. El mismo que pareció caminar por Galilea, predicó el amor, sanó a los enfermos y nos enseñó que el Reino de Dios está dentro de nosotros. Solo que lo hemos olvidado y que, para recordarlo, debemos ver la faz de Cristo en todos nuestros hermanos. Aunque el lenguaje y el enfoque del Curso puedan parecer distintos, el mensaje esencial de Jesús, el Cristo, sigue siendo el mismo: el perdón, la compasión y el Amor incondicional como camino para recordar a Dios.


El nombre de Jesús es el nombre de uno que, siendo hombre, vio la faz de Cristo en todos sus hermanos y recordó a Dios. Al identificarse con Cristo, dejó de ser un hombre y se volvió uno con Dios. (C-5.2:1-2)


Nosotros nos sentimos profundamente identificados con esta visión. Reconocemos en las palabras del Curso la voz de Jesús, el Cristo, una voz que no ha cambiado en su esencia, aunque ahora nos hable con un nuevo vocabulario. No es otro Jesús, es el mismo de siempre, con una nueva estrategia para un público quizás menos escéptico, pero igual de sediento de conocer la verdad que nos hará libres.


El mensaje de Jesús siempre fue radical, incluso en su época, pero en el Curso se vuelve aún más explícito. ¿La idea de que el pecado no existe? ¿Que la crucifixión no fue un sacrificio, sino un ejemplo extremo de enseñanza? Eso puede llegar a incomodar a algunos, aparentemente. Pero cuando estudiamos a fondo su mensaje nos damos cuenta de que no es una contradicción, sino una reinterpretación más profunda del mismo mensaje.


De hecho, en muchos pasajes del Curso, Jesús se refiere a la Biblia, a menudo reconociendo que contiene la Verdad, pero también señalando que fue alterada debido al amor imperfecto de los escribas, que no sabían ponerle filtro a su ego y, por lo tanto, mezclaban la Inspiración del Espíritu Santo con conceptos erróneos que venían del ego.


El vacío que el miedo engendra tiene que ser substituido por el perdón. Eso es lo que la Biblia quiere decir con “Ya no habrá muerte”, y por lo que yo pude demostrar que la muerte no existe. Vine a dar cumplimiento a la Ley al reinterpretarla. (T-1.IV.4:2-3)


Un Curso de Milagros no desconoce la Biblia. Lo que hace es reinterpretarla. Nos invita a mirar más allá de los símbolos, y a conectar con la intención profunda: no se trata de muerte, sino de vida; no se trata de culpa, sino de perdón; no se trata de separación, sino de Unidad. Jesús quiere corregir una narrativa que lo convirtió en víctima, cuando Él fue un Maestro que eligió libremente su camino, al dejarse guiar totalmente por el Espíritu Santo, para demostrar que el Amor no puede ser destruido. En lugar de sentir culpa porque "Dios sacrificó a su Hijo", el Curso nos invita a ver que el pecado no existe y que Dios no necesita sacrificios y mucho menos los exige.


Así que, lejos de ser un mártir, Jesús se nos presenta como lo que verdaderamente es: un Maestro de la alegría, nuestro amoroso hermano mayor, que nos recuerda una y otra vez que somos Uno con Dios, que jamás hemos perdido Su Amor, y que todo lo que creímos que éramos… simplemente no es verdad. Hoy podemos elegir ver a Jesús, el Cristo, NO como un héroe trágico que vino a morir por nosotros y que, por lo tanto, la culpa de su muerte recae sobre nosotros, sino como un maestro de la alegría que vino a enseñarnos a vivir plenamente en el Amor de Dios.


¿Ves la diferencia? En lugar de un héroe trágico, tenemos a un maestro amoroso, alegre, paciente, que camina a nuestro lado, que no es superior a nosotros. Él vino a demostrar con su vida y su resurrección que el miedo y la muerte no tienen poder alguno. El Curso nos ofrece una interpretación más coherente con un Dios de Amor. El sacrificio no es necesario, porque Dios no pide sufrimiento. Como dice el propio Jesús:


El sacrificio es un elemento tan esencial en tu sistema de pensamiento, que la idea de salvación sin tener que hacer algún sacrificio no significa nada para ti. Tu confusión entre lo que es el sacrificio y lo que es el amor es tan aguda que te resulta imposible concebir el amor sin sacrificio. Y de lo que debes darte cuenta es de lo siguiente: el sacrificio no es amor, sino ataque. Solo con que aceptases esta idea, tu miedo al amor desaparecería. Una vez que se ha eliminado la idea del sacrificio ya no podrá seguir habiendo culpabilidad. Pues si hay sacrificio, alguien siempre tiene que pagar para que otro gane. Y la única cuestión pendiente es a qué precio y a cambio de qué. (T-15.X.5:7-13)


Y entonces, ¿qué hace Un Curso de Milagros con todo esto? Lo transforma en una experiencia viva, paso a paso, a través de sus 365 lecciones que, en su primera parte entrenan nuestra mente para deshacer los pensamientos de miedo, culpa y separación. Y en su segunda parte, nos invitan a ver con los ojos del Amor, reconectando con lo que verdaderamente somos: luz, paz, unidad, gozo. El propósito del Curso no es simplemente enseñarte ideas espirituales, sino llevarte a una experiencia directa del Amor de Dios, que es lo que realmente eres.


Así que nuestra conclusión es que Un Curso de Milagros no solo es compatible con la Biblia, sino que, además, la potencia poderosamente. Le da profundidad a su mensaje más puro, deshace los malentendidos que surgieron del miedo, y nos invita a vivir el Amor aquí y ahora, sin sacrificio, sin culpa, sin castigo; ¡con alegría! Mediante su programa estructurado, nos ayuda a deshacer las creencias limitantes y nos ofrece una nueva visión, llena de paz, luz y unión.


¿Puedes imaginarte lo que sería no tener inquietudes, preocupaciones ni ansiedades de ninguna clase, sino simplemente gozar de perfecta calma y sosiego todo el tiempo? (T-15.I.1)


Eso es lo que te espera con el entrenamiento para la paz mental de Un Curso de Milagros, ¿quieres venir?


Entonces dile sí al Amor, sí al perdón verdadero, sí a la alegría de Jesús… y sí a la Unidad con todos nuestros hermanos.


NOTA: En un principio quisimos incluir más citas de la Biblia que se encuentran en Un curso de Milagros, pero se habría hecho muy extenso el artículo. Como dijimos, son más de mil referencias y alusiones. Así que te recomendamos muy encarecidamente el libro “Las enseñanzas místicas de Jesús”, de David Hoffmeister. Lo puedes conseguir en su web.

Es un libro muy conmovedor que recopila muchas de las citas directas de la Biblia mencionadas en Un Curso de Milagros. Si estás en UCDM, de seguro te va a ayudar a reconciliarte con las enseñanzas de la Biblia, y si eres devoto de la Biblia, te va a llevar a amarla aún más. Y si ni siquiera eres creyente, vas a reencontrarte con tu verdadera esencia que es Amor y dicha pura.


También te invitamos al estudio que hacemos de “La Biblia a la luz de Un Curso de Milagros”, de lunes a viernes a las 6 A.M y los fines de semana y festivos a las 8 A.M. Hora de España. Nos puedes acompañar en Zoom o puedes verlas en directo o diferido en YouTube. Este es el enlace para entrar al Zoom: https://bit.ly/ZoomMiracleLove

Clave: santi22 

Y este es el enlace a la lista de reproducción en You Tube: https://www.youtube.com/playlist?list=PLeJPCcufREf8HasBUg93vjMLtiyxJ3h4T



 

 
 
 

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